Por qué competir? Algunas lecciones que me han enseñado las carreras de Bicicleta.

«Quien no aprende a Competir; no sabe ni perder ni ganar» A. Laje

Ha sido un año muy distinto para todos los que disfrutamos y acostumbramos gozar de la libertad que nos brinda nuestra bicicleta y durante ese periodo en que nos vimos forzados a estar encerrados, muchos nos sorprendimos al darnos cuenta que extrañábamos algo que, por más o menor tiempo en nuestras vidas solía ser una instancia que nos definía de un modo u otro: la competición.

Así también una plétora de pedaleros junto a un país que comienza a volver paulatinamente a la normalidad, retoman el entrenamiento y me comentan o comparten por redes sociales lo ansiosos que están por volver a ponerle un número de carrera a sus bicicletas, muchos de ellos encontraron en esa idea motivación adicional para someterse a la monotonía del pedaleo indoor y así también  gatilló el ingenio para el desarrollo de los más creativos intentos de gimnasio casero durante el larguísimo periodo de cuarentena estricta, a la que nos forzó conjuntamente y digamos las cosas como son: el Virus Chino; la última adición a la lista de subproductos que históricamente nos han legado los gobiernos Comunistas y que siempre; de un modo u otro, terminan en catástrofe.

Pero un momento, antes de acusarme de racista, por si me lee un muy ofendible SJW (social justice warrior) copo de nieve único y frágil debo hacer la aclaración: no estoy diciendo que todo el pueblo de China sea genocida, me refiero en específico a su gobierno que si es comunista y si es histórica y comprobadamente genocida.

Entrar en una carrera es distinto a otras instancias deportivas o un mero evento social no es tener un ticket para asistir a un recital masivo o una fiesta multitudinaria, es un contrato consciente con uno mismo y con la percepción que se tiene de identidad personal a nivel de principios valóricos y éticos. Es un escenario donde uno si está ahí con una actitud verdaderamente competitiva va a explorar un límite desconocido en su fuero interno, relativo al nivel del desafío o de los rivales que lo comparten contigo, tal esfuerzo físico no es posible sin también experimentar un estado mental que lo haga posible. Uno puede realmente llegar a develar una parte de si mismo previamente desconocida ya sea vía fortaleza física, coraje e incluso nobleza y altruismo.

Sin embargo pese a todas estas evidentes virtudes que son parte de la épica misma del deporte que se remonta a la trágica Carrera de Maratón en la antigua Grecia, No pocas veces me ha llamado la atención el gran número de inscritos que tienen las competencias, pero más que el hecho en sí de esa masiva convocatoria lo que me pregunto es: ¿que los motiva? ¿Saben por qué están ahí realmente? ¿tiene para ellos un significado el competir?

Y probablemente si nos apresuramos salgan a flote respuestas también apresuradas como: “por diversión” “es entretenido” y me dirás ¿Por qué preguntas eso que nos es obvio?

Bueno mi querido amigo lector déjame decirte que cuando estas en ese umbral de sufrimiento e incomodidad física y mental tan alto al que te puede llevar un desafío deportivo que te empuja al límite, fácilmente te pones filosófico y también pragmático ¿cómo llegué aquí? ¿Por qué pagué para venir a esto? ¿para qué continuar? Etc. Y es en ese momento es precisamente cuando tienes que tener “tú porqué” claro como el agua, como esa agua que ya casi no te queda y te sientes deshidratado bajo un sol de enero al mediodía, o el agua de una lluvia helada que no se detiene y aún quedan interminables kilómetros que avanzar jadeando.

Sin trabajo y cicatrices no hay medallas.

La vida es una competencia

La actividad deportiva a mi parecer es la herramienta perfecta para combatir un problema al que llamo Crisis de Competitividad que es característico de la sociedad contemporánea y que es parte del contexto que enfrentan las nuevas generaciones. Como síntomas principales tiene una falta tremenda de tolerancia al fracaso y un umbral para soportar el dolor emocional o físico demasiado bajo y como consecuencia te vuelve inoperante emocionalmente y falto de resiliencia para enfrentar los difíciles desafíos que conlleva implícitamente la larga carrera de la Vida.

Es que la vida simplemente no te da medallas de participación por llegar ultimo ni va a hacer concesiones contigo por sentirte especial. Si pensamos de nuevo en el trazado de la carrera como un ecualizador, este trasado no va a alterarse ante tus demandas humores o preferencias especiales estará ahí inmutable esperándote impasible hasta que tu tomes la resolución de seguir adelante y superarlo.

Fuerza, Coraje, Maestría técnica y Honor son las cuatro virtudes principales que se desarrollan en la práctica deportiva competitiva y son el núcleo de lo que constituye un ser humano integro y si ponemos atención en cada una de ellas, El deporte se transforma en una verdadera escuela para entender la vida, una instancia practica para ejecutar estos valores y fijarlos en nosotros, para luego trasladarlos a otros planos más “prácticos”

Y es que la competición es en sí una especie de alegoría de la Vida misma y no me refiero a la manoseada, aunque correcta frase: “todos ganamos una carrera para llegar a existir” en referencia a que existe un solo espermatozoide ganador en la carrera hacia el Ovulo, lo cual es bastante ilustrativo de la idea de que ya desde el momento de la concepción quien gana es el más apto y esto a su vez podría extrapolarse también a los múltiples desafíos que nos presentara después el vivir. Esta percepción es una buena síntesis, pero es también superflua si consideramos el enorme listado de aprendizajes que nos puede entregar la competencia deportiva y la preparación que esta necesita. Hay un aspecto filosófico inherente en este quehacer y si bien muchos intuyen muchas de las ideas que voy a tratar a continuación, a la vez también muchos de ellos son incapaces de articularlas y muchos también se entregan a esa praxis para precisamente desconectar un poco el cerebro. En mi caso eso ultimo me suele costar bastante y suelo usar esos largos kilómetros a paso estable sobre la bicicleta para pensar ya sea en la resolución de un problema o en la manera de lograr entender un poco más mis propias motivaciones. Una suerte de trance lo envuelve a uno tras cara giro de pedal y profundizar en una idea y “darle con un martillo de pensamientos” a ver si aguanta y es válida suele ser algo espontaneo.

Muchas son las cosas que se me han venido a la cabeza sobre días tranquilos sobre la bici o al terminar una intensa carrera y creo son a imagen y semejanza de la vida real, en ya bastantes (pero nunca suficientes) años de pedaleo y a continuación expondré algunas en su aspecto más general por el bien de no agotar al lector quizás en un futuro me extienda más en cada una de ellas.

Entender la unica forma de Igualdad posible.

Mucho se habla de la igualdad, es una palabra que suena bien en discursos populistas y tiende a tener un componente de pureza moral inapelable, por el lado opuesto su contraparte; la desigualdad suele ser satanizada algo indeseable. Ahora a pesar de que a menudo se tratan temas altamente relevantes incluso trascendentales para las sociedades utilizado este concepto como parámetro, rara vez cuando alguien recoge estos términos se toma la molestia de hacer una distinción, que puede a la rápida sonar sutil o de Perogrullo, pero que en realidad no lo es en absoluto: ¿hablamos de igualdad de Condiciones, Oportunidades o de Resultados?

¿Cuál es mejor? ¿Pueden todas existir al mismo tiempo? ¿Cómo entenderlas? Acá es cuando analizar la naturaleza de una competición deportiva, como ejemplo nos ayuda en la heurística hacia el problema.

Empezaré con el siguiente ejemplo: En una carrera de bicicletas con un trazado y distancia igual para todos los corredores y al momento de la partida tienes a todos los corredores equipados con la misma exacta bicicleta, el mismo tipo de vestimenta, casco zapatillas, nutrición y entrenamiento entonces estaríamos hablando de: Igualdad de Oportunidades.

Ahora bien pese a esta igualdad de oportunidades: ¿llegarán todos al mismo tiempo a la meta? Claramente No, y ¿por qué?  Porque al igual que con los espermios hay diferencias que vienen marcadas biológicamente: algunos nacen con un nivel de VO2 Max superior (eficiencia respiratoria), otros tendrán una musculatura más adecuada para la competición de resistencia, otros tendrán una mayor tolerancia física y psicológica al stress y otros tendrán mejores reflejos e instintos para el manejo técnico de la bicicleta. Incluso podemos incorporar al azar como variable. Por lo tanto algunos se caerán de la bici, otros se agotarán antes otros usaran menos el freno y por ende harán mejores tiempos. En fin es imposible la igualdad de resultados. Lógico no? Simplemente el talento innato o el trabajo arduo extra no puede nivelarse.

Extrañamente esto suele ser completamente aceptado como algo natural cuando vemos una competición deportiva y vemos a un jugador de futbol anotar muchos goles gracias a su talento pero a muchos les parece completamente inmoral en otros aspectos de la vida y exigen otra cosa: Igualdad de Resultados, lo que en Chile se llama “nivelar hacia abajo”  y en términos deportivos seria que ese corredor o jugador de futbol más aventajado se le amarrara una pierna o se le pinchara una rueda para así que los demás pudieran alcanzarlo. O bien entregarle medallas de ganador y un premio a todos. ¿Qué triste espectáculo seria no?

Nuestra naturaleza es ser diferentes, unos nacieron más altos otros más bajos otros más inteligentes otros más simples, otros más buenos para trotar otros para levantar pesas. Cualquier atentado contra esto es antinatural.

Hay desigualdades que nos benefician a Todos.

De igual manera nuestra naturaleza nos hace competitivos, de hecho esta comprobado que en los periodos de bonanza y de estabilidad buscamos naturalmente el meternos en problemas: nuevos desafíos o derechamente el conflicto y  pese a cualquier afán igualitarista que promueva utópicamente un escenario en el cual todos estemos contentos con un mismo premio y resultado y que no haya un ganador claro, eso está lejos de ser posible. Nuestra felicidad no está en vivir en una planicie, nos sentimos contentos cuando experimentamos una sensación de progreso y cuando nos aproximamos a la excelencia en algún arte o quehacer y cada vez que nos esforzamos en ser un poco mejores que nosotros mismos, estamos inevitablemente en este afán de autosuperación: creando desigualdad para con el resto.

Por otro lado el resultado de estas desigualdades ha producido lo mejor de nuestra civilización: Las mayores hazañas deportivas, las más sublimes piezas musicales, descubrimientos científicos y el arte más excelso, de impedir esto “nivelando hacia abajo” bajo la premisa de igualdad de resultados, eliminarías precisamente el incentivo para la búsqueda de la excelencia. No hubiera habido un Michael Jordan, un Lionel Messi, un Fausto Coppi, un Sam Hill, Tampoco un Da Vinci, un Henry Ford o un Steve Jobs.

La unica Igualdad «posible» de alcanzar en el mundo real es la igualdad ante la ley, asímismo como como ocurre en una competencia deportiva.

Libertad, Responsabilidad Individual y sentido.

 Una Carrera de bicicletas o una competencia o certamen deportivo de cualquier índole es y ocurre en un espacio delimitado, con reglas y objetivos claros, y así también lo es una sociedad que vive bajo las leyes de un Estado (Papá Estado para algunos) una empresa u organización comercial y así también otros núcleos sociales más atomizados. Nuestra libertad se reduce y somete a estos límites cada vez que elegimos (en el caso de la competencia deportiva) el ser un competidor, sin embargo, siempre podemos elegir el “como” desempeñarnos dentro de estos límites. Ahí es donde comienza a operar el trasfondo ético, al aceptar esas leyes hacemos un contrato con nuestra conciencia, porque si bien podríamos rendirnos, fingir que nos lesionamos, culpar nuestro desempeño a una falla mecánica o bien derechamente aprovechar alguna oportunidad para hacer trampa, descubrimos en este juego aspectos de nuestra personalidad y carácter que nos revelan quienes somos en realidad, y esa revelación puede ser redescubrir nuestra Integridad: o bien que somos de aquellos que mentimos a los demás, a nosotros mismos o bien descubramos que éramos más resilientes, fuertes y honestos de lo que creíamos ser.

Nuestra Libertad implica asumir la autotutela y nuestra responsabilidad como individuos, pero no somos individuos aislados por lo que esta se extiende a nuestra responsabilidad con la sociedad en la que convivimos: y esta responsabilidad se traduce en entregar todo nuestro potencial, ser lo mejor que podamos ser y que mejor ejemplo de esto que los deportes grupales, en los cuales parece evidente que la suma de un compromiso total de cada una de las partes es la única clave de un resultado exitoso. Sin embargo… ¿qué pasa con los deportes individuales? ¿Qué sucede cuando no hay que rendirle cuentas a nadie del desempeño más que a nuestra psiquis? Puedes irte a casa dejar de entrenar y sufrir y a nadie le importa… Cuantas situaciones análogas a esta se presentan en el transcurso de la vida de un individuo y como un castillo de naipes el ceder una vez  la integridad con tu compromiso individual correrás el seguro riesgo de transformarlo en un hábito… ¿a quien no le ha pasado?.

Jordan Peterson Propone el asumir la responsabilidad individual como un antídoto al caos. “Asume la mayor responsabilidad posible, a mayor responsabilidad mayor significado tendrá tu vida” Y esa responsabilidad empieza desde el individuo, no se trata de tratar de despertar un día y tratar de hacer algo extraordinario o sumarse a una causa rimbombante y cambiar el mundo de un momento a otro y se acabó; en primer lugar, por que eso no es posible y es infantil pensar así, en segundo lugar porque, aunque así sucediera cambiarias al mundo (lo externo) y no a ti mismo y tus fallas serian incongruentes con las otras mejoras. El cambio comienza en el individuo asumiendo la responsabilidad de tratarte a ti mismo como alguien del cual debes cuidar y nutrir constantemente, y en el caso de un deportista o un ciclista ya que eso es lo que nos convoca en esta lectura, digamos que se construye una vuelta de pedal a la vez… Y como competidores debemos asumir la responsabilidad de transformarnos en un rival digno y honorable, comprometernos con la meta que nos hallamos fijado: Ya sea romper un record, llegar primero, o solo terminarla. Cada una de estas metas precisa, de una disciplina, una mentalidad y una fortaleza que constituye uno de los mejores aprendizajes que puede entregar la competición y sobretodo si no lo logras, si trabajaste como nadie; pero hubo otro con más talento, o si ocurrió un imponderable: la frustración de la derrota te dolerá como nada antes, pero es necesario que así sea, para poder aprender de ella fortalecerte y entender el valor del camino que te llevo hasta ella.

Así que por favor no me digas que vas a una competencia a pasarla bien, a socializar o a mostrar tu ropa o bicicleta recién comprada disfrazado de corredor: no entenderás lo que está pasando y nunca serás un competidor quizás ni siquiera un ciclista de verdad. Estarás faltándole el respeto a todos aquellos que compiten contigo o a tus compañeros de equipo y en el fondo a ti mismo.

La mejora constante.

 Neil Peart falleció no hace mucho, bueno quien es Neil Peart y por que lo estoy citando en un texto sobre deporte? Hacia allá me dirijo: Neil Peart fue el baterista de la banda RUSH y no solo el mejor baterista que ha habido mientras caminó entre los mortales, si no que para muchos probablemente el mejor de la historia. Sin embargo, Peart, nos dejó, no solo un legado enorme como musico, si no que también una enseñanza que tiene que ver con la manera en la que nos enfrentamos a la practica de cualquier quehacer y que es completamente aplicable al deporte y de hecho algo que los mejores deportistas de la historia han sabido adaptar a su especialidad.

Sucede lo siguiente: ¿qué pasa cuando dominas un arte hasta el punto de ser considerado por los demás como un maestro? Más aún: ¿qué pasa cuando eres considerado por todos sin discusión como el mejor? Volviendo al gran Neil Peart, el resulta el ejemplo de alguien que alcanzó esta posición en un momento de su carrera como artista en la madurez de esta y también ya como un hombre maduro (lo cual en teoría debería hacerte más testarudo al cambio), pero al contrario de muchos que llegan a un sitial de excelencia incluso inferior a ser el mejor, el supo tener la autocritica y la humildad para considerar de que aún podía continuar progresando, y como lo hizo el mejor de los mejores? No fue que simplemente tratara de sacar un nuevo truco bajo la manga si no que logro detectar algo en sí mismo que aun podía desarrollarse por lo que buscó un maestro que lo ayudara en la fluidez de sus movimientos (ya no se trataba de que tocar si no también en la elegancia del cómo) y para lograr esto se autoimpuso el detener las giras con la banda y las grabaciones y olvidar su técnica característica y empezar de cero como un estudiante de batería novicio en un nuevo enfoque de estilo. Esto no solo le permitió evolucionar como musico y mantener su repertorio creativo fresco, sino que también reencantarse con la esencia del por qué amaba tanto tocar.

Planteo este ejemplo como una filosofía que es aplicable a la competición y al deporte ya que todos independiente de que tan dotados seamos, de nuestra edad o de nuestros resultados podemos siempre seguir perfeccionando nuestro “arte” podemos cada vez mejorar algún pequeño aspecto de lo que hacemos y la suma de este efecto compuesto multiplicado por el tiempo puede generar una mejora significativa y lo difícil de esto no es solo la perseverancia si no que por sobre todo la humildad de reconocer que hay algo que aún no llega a su máximo potencial en nosotros y que muy probablemente debamos olvidar los viejos hábitos ya arraigados y reaprender; lenta y torpemente como un principiante. Ya sea nuestra alimentación, nuestra serenidad mental o nuestra técnica o nuestra forma de entrenar, siempre habrá una carrera que ganar y una competencia en la que nos anotamos día tras día: La de ganarle a quien fuimos el día de ayer.

Finalmente mi invitación es a ver lo positivo en la competición pero por sobretodo en el proceso preparatorio a ella y los aprendizajes que puede entregarte y que si no lo has hecho, lo intentes, pero si lo haces firma ese compromiso contigo mismo y explora tu potencial.

Nos Vemos en un proximo articulo y a seguir pedaleando!

Frank

 

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